Me paro de manos, y lloro.
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Si, lloro. Y aguante llorar hasta en el chino.
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Libertad. Libertad de llorar.. .
Me quedo acá. Hago sentada en mi.
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El amor nos enseña de muchas maneras, y no hay mejores o peores.
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Me quedo, sigo eligiendo sentir.
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Para que me sirve sentir si no lo comparto?
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Me quedo:. .
En el dolor, más no en el sufrimiento.
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En la Tristeza, más no en el angustia.
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En mi vulnerabilidad, más no en la debilidad.
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En mi sensibilidad, más no en la susceptibilidad.
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Las primeras son del Corazón, y siguen siendo Bellas. La Belleza es eterna, inmutable, infinita.
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Las segundas, del Ego. Desde el cuerpo dolor. Que no se deja experimentar totalmente la vida. Que no se deja atravesar porque siente que se derriba, se muere.
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Y si, muerte al ego hostigador abro las compuertas del llanto.
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Y me lloro entera.
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No necesito pensar en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Disculpe, Julio.
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Más bien me quedo con Oliverio, y abro las canillas del llanto, me empapo el alma, la camiseta.
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Inundó las veredas y los paseos, y me salvo, a nado, de mi llanto.
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Asisto a los cursos de antropología, llorando
Festejo los cumpleaños familiares, llorando.
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Llorarlo todo,
pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz,
con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo,
por la boca.
Llorar de amor,
de hastío,
de alegría.
Llorar de frac,
de flato, de flacura.
Llorar improvisando,
de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!.
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Bendita Agüita que me vuelves cada vez más Cristalina.
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Gratitud infinita al llanto. .
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